Al amanecer, en el umbral entre el sueño y el despertar, los versos del viejo griego aprendido de memoria se deslizan fuera de mi recuerdo, con yambos galopantes ˘ ¯ ˘ ¯ ˘ ¯ ¯, como los caballos de colores oníricos de Franz Marc. Fue Anacreonte quien los escribió de este modo serpenteante
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