
Cementerio es necro-polis, ciudad de los muertos donde, como en los cuentos de hadas, todo va al revés de como va en la vida. Las formas de las estelas de madera, las inscripciones y tallas de las lápidas nos hablan en un lenguaje articulado que, sin embargo, carece de sentido afuera del cementerio, e incluso afuera de ese cementerio concreto. El cementerio es un parque de imágenes y textos donde cada habitante de la ciudad, cuya vida transcurrió en un espacio definido por los grandes monumentos de la comunidad y del poder, finalmente puede crear para sí una construcción personal, o para sus seres queridos. En los cementerios, sobre todo en esta parte del mundo, a veces pueblos enteros se han hundido como legendarios defensores de un castillo sitiado bajo cuyos pies la tierra se abrió, y ahora la memoria de las ciudades que una vez habitaron solo aquí permanece. En contraste con los edificios de la ciudad, donde los vivos quieren conservar algo de sí mismos para la Historia con mayúsculas, en el cementerio la historia en minúsculas, la de ayer y la de antes de anteayer se esparcen una sobre la otra como las hojas caídas, abarcando en una última coloreada alfombra tanto tiempo pasado como memoria viva sean aún capaces de mantener.




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