Hierro y fuego


Rustem Adagamov, es decir, drugoi, cuyas poderosas y nostálgicas fotos sobre la Dacha Muromtsev —«Yerofeev estuvo aquí»— ya han sido citadas en Río Wang, viajó recientemente a Abjasia, donde fotografió, entre otros lugares, la herrería del pueblo de Blaburjva. Aunque era domingo, el herrero Vladimir Khutaba, de 77 años, y su hijo mayor Daur abrieron la tienda en honor del visitante y empezaron a preparar la pieza de hierro más importante en un hogar tradicional abjaso: la cadena que sostiene el caldero sobre el hogar.




Las imágenes, ricas en detalles, cobran vida al ampliarlas, de modo que realmente vale la pena hacer clic en ellas.




Las herrerías abjasas, escribe drugoi, se encuentran aisladas entre las montañas, lejos de las aldeas. Eran consideradas lugares sagrados de la religión abjasa precristiana, cuyos seguidores constituyen todavía un 8% de la población según el censo de 2004. Tradicionalmente, cada gran familia tenía su propia herrería, donde se reunían una vez al año para tratar los asuntos del clan, y este oficio pasaba estrictamente de padre a hijo: no se admitían extraños.



En el taller tradicional solo han introducido una innovación: los fuelles fueron sustituidos por un quemador de gas de gran potencia. Antiguamente —dice el maestro—, cuando alguien traía un trabajo urgente, él mismo debía encargarse de accionar los fuelles.




Recuerdo de cuando era niño una herrería cerca de mi casa, en Palma, no aislada en la montaña. Ambos lugares se unen por la presencia del viejo maestro. Lo importante de estas fotos: las manos y el rostro del viejo herrero.



Añado un vídeo de dos minutos en el que las imágenes anteriores se encadenan en un movimiento continuo, acompañado por el calmado repique del martillo.


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