Día de feria en Tallin


Todavía es de noche cuando Silja, la talladora de hueso, sale de la isla de Hiiumaa. Una hora de camino hasta el puerto y esperando al ferry, hora y media de travesía y otra hora y media de coche hasta Tallin. Ella no tiene coche y por principio no se compraría uno aunque pudiera permitírselo. Hoy, sin embargo, lo necesita, de lo contrario no habría podido llevar todas sus mercancías a la feria medieval de la Asunción. Uno de los vecinos más cercanos, que vive a tres kilómetros, se ofreció a llevarla; tenía también algún trabajo extra en la capital ese día. Ellos ven el amanecer a bordo del barco. Yo desde la ventana de un airbnb a las afueras del casco antiguo de Tallin, en el barrio de cuadros de estilo barroco estalinista.


La luz del sol ya tiñe cálidamente las paredes de las casas medievales cuando ellos entran en la Ciudad Vieja por la Puerta del Mar, junto a la iglesia de San Olaf. Yo entro por la antigua Puerta Karja, señalada en el empedrado. Es domingo por la mañana, apenas hay unas pocas personas en la calle todavía. Están colocando ahora las mesas delante de los cafés Peppersack, Hanse, Dragon. La plaza mayor también está casi vacía; solo un escenario dispuesto frente al ayuntamiento medieval indica que algo se está preparando. Subo los ciento cincuenta peldaños de la torre del ayuntamiento, tomando una serie de fotos alrededor de la Ciudad Vieja.

tallinn1tallinn1tallinn1tallinn1tallinn1tallinn1tallinn1



Cuando bajo, los mercaderes ya empiezan a llegar. Despliegan sus puestos, descargan sus mercancías. Textiles tejidos a mano, hermosos vestidos de inspiración folclórica, utensilios tallados en madera y otros de forja, joyería, cerámica, grabados impresos en papel hecho a mano, frutos del bosque preparados para té y licores.

tallinn2tallinn2tallinn2tallinn2tallinn2tallinn2tallinn2tallinn2tallinn2tallinn2tallinn2tallinn2tallinn2tallinn2tallinn2tallinn2tallinn2tallinn2tallinn2tallinn2tallinn2tallinn2tallinn2tallinn2tallinn2tallinn2tallinn2tallinn2tallinn2tallinn2tallinn2tallinn2tallinn2tallinn2tallinn2tallinn2tallinn2tallinn2tallinn2tallinn2tallinn2tallinn2tallinn2tallinn2



Y animales de fieltro. Muchísimos animales de fieltro, de trapo, que nunca son suficientes, porque los estonios los acumulan sin cesar en sus casas, tiendas y cafés..

tallinn5tallinn5tallinn5tallinn5tallinn5tallinn5tallinn5tallinn5tallinn5tallinn5tallinn5tallinn5tallinn5


Un fresco del Juicio Final del siglo XIV en el muro del ayuntamiento advierte a los comerciantes de que algún día deberán rendir cuentas de todo. Para los dos lechones girando en los espetones de la tasca montada justo bajo el fresco, ese momento ya llegó; para el cocinero que no se avergüenza de pedir quince euros por ración el futuro es más incierto. Lo mejor de todo son los encurtidos típicamente estonios, la col y el pepino con peras, clavo y setas silvestres.

tallinn3tallinn3tallinn3tallinn3tallinn3tallinn3tallinn3tallinn3tallinn3


Mientras tanto, grupos folclóricos estonios, conjuntos de música medieval y de músicas del mundo se suceden sobre el escenario. La calidad de la música es bastante profesional. Los músicos han llegado de toda Estonia. Algunos de ellos, sobre todo los que vienen de las islas, sienten que crecieron en una tradición viva de música popular.

  
Bailes medievales de Rondo Danzante, isla de Saaremaa
 
tallinn4tallinn4tallinn4tallinn4tallinn4tallinn4tallinn4tallinn4tallinn4tallinn4


Desde la Puerta del Mar, por Pikk —es decir, la Calle Larga—, llega también Silja con su vecino que la ayuda a montar el tenderete, saca las cajas del coche aparcado en la esquina y la observa mientras va colocando los huesos tallados. Siente un gran respeto por el trabajo de Silja, por el conocimiento y la plasmación creativa de los símbolos de los pueblos antiguos. A menudo le trae cornamentas de alce caídas en los bosques cercanos, su material más importante. A veces también encuentra huesos de alces que, aunque en su mayoría los hayan roto los lobos, sirven para las piezas más pequeñas.



«¿Y de dónde vienen los huesos de lobo?», le pregunto. De los taxidermistas. No hace falta volver a meter todos los huesos dentro del lobo disecado. Los que sobran  los guarda para los amigos.






El cráneo de castor proviene de unos cazadores. Los castores se multiplican tanto a lo largo de los ríos de Estonia que hay que controlar su población. Los huesos utilizables también los apartan para ella.



«¿Y los de mamut?» «De Siberia.» A medida que la taiga se deshiela, salen a la luz esqueletos de mamut. Desenterrarlos y venderlos en el mercado negro supone un enorme ingreso para los lugareños. A Estonia llegan en finas láminas cortadas de unos pocos milímetros de grosor y el ancho de la palma de la mano, a precio de oro. Una figurita pequeña apenas resulta rentable por 15 o 20 euros.


Los símbolos proceden en parte de la herencia estonia y sueca altomedieval. El motivo del copo de nieve es un antiguo diseño apotropaico vikingo –llamado en las sagas «el yelmo del terror»– que el héroe Sigurd obtiene del dragón Fafnir derrotado. También lleva este título un libro de mitología de Viktor Pelevin.


Otra parte de estos motivos antiguos procede de los tambores chamánicos de Siberia. «El chamanismo está muy de moda ahora en Estonia. Uno de cada tres jóvenes es chamán», me guiña un ojo, pero ella misma lleva motivos chamánicos en el brazo y en el cuello.




Cuando nos despedimos me regala un hueso del dedo de un oso. «La estructura ósea de la pata del oso es similar a la mano humana, solo que mucho más grande», dice, agitando los dedos como si estuviera tocando la flauta, o fuera un oso bailando flamenco, y casi puedo ver dónde encaja el hueso del dedo. No me atrevo a preguntar cómo llegó el oso a echarlo en falta.


Quedamos en vernos de nuevo en la feria de San Martín en Tallin, el fin de semana del 13 al 15 de noviembre. Es la mayor feria de arte popular de los países bálticos, con abundante comida y bebida tradicionales, y grandes conciertos por la noche. Yo también intentaré organizar un grupo para asistir.


Add comment