El mar checo

Lahvová pošta, correo en botella. Casi parece absurdo que incluso en una lengua donde jamás se han encontrado con algo así, exista una palabra para nombrarlo. A Chequia la naturaleza le negó el mar. Así que fue la literatura la que tuvo que regalárselo: Shakespeare en El cuento de invierno, y ahora Radek Malý en su recién publicado libro de poemas infantiles Moře slané vody, El mar de agua salada.

Zavřete oči.
Slyšíte, jak šumí?
Nadechnĕte se té vůnĕ.
Zašeptejte:
Čechy leží u moře.

 

Cierra los ojos.
¿Oyes cómo murmura?
Respira su aroma.
Susurra: Chequia
está junto al mar.

Como alguien nacido también en un país sin mar, muy bien entiendo ese anhelo. Cómo uno intenta imaginar el otro infinito a partir del cielo azul, sueña con conchas, barcos, islas, se prepara para ser marinero en un barrio de interior, y finalmente llega el primer encuentro.

První vzpomínka

Oči
mám plné
veliké slané vody

Objala zemi kolem pasu

Plujeme

 

Primer recuerdo

Mis ojos
se llenan
de gran agua salada

Rodeó la tierra
por la cintura

Y flotamos

Blessed shore, costa bendita, dice Shakespeare sobre la costa checa, y así debe de ser. Pero añade también: unpathed waters, undreamed shores, aguas sin camino, orillas nunca soñadas, lo cual no puede ser cierto, porque aparecen en tantos sueños, uno las recorre una y otra vez.

O cestĕ

Zeptej se moře na cestu
Řekne ti: všechny cesty jsou tu
Vítr tĕ vezme do všech koutů
a není snadné nalézt tu
jednu
která
nevede ke dnu
nekončí včera
nevede k zemi lidožroutů

Ale já ji najdu, tati
najdu ji, a pak se vrátím

 

Sobre el camino

Pregunta al mar por la ruta
te dirá: todos los caminos están aquí,
el viento te lleva a cada rincón,
pero no es fácil encontrar ese
único
que
no lleva al fondo,
no termina en el ayer,
no conduce a la tierra de los ogros.

Pero yo lo encontraré, papá,
lo encontraré, y volveré.

Lo hermoso de estos poemas infantiles es que no son pedestres, ni moralistas, ni incómodamente graciosos, como tantos escritos por adultos para niños. Son amplios, personales, abiertos, como el mar, y como los sueños. Y en la costa checa, ambos se tocan.

Velrybo velrybičko

Vidĕl jsem velrybu
bylo to ve snu
byla jak ostrov Byla noc

Dlouze se dívala
až na dno klesnu
pak připlula mi na pomoc

Dokud jsou velryby
nebudem sami
na moři ani za noci

Ale až nebudou
co bude s námi?
Kdo připluje nám pomoc?

 

Ballena, ballenita

Vi una ballena
fue en mi sueño
era como una isla Era de noche

Me miró largo rato
hasta que caí al fondo
luego nadó hacia mí para ayudarme

Mientras haya ballenas
no estaremos solos
ni en el mar ni en la noche

Pero cuando ya no haya
¿qué será de nosotros?
¿Quién vendrá a ayudarnos?

Y las ilustraciones, los dibujos de Pavel Čech, también parecen sueños. Como los sueños de los niños: un puñadito de sal, un chorrito de tinta, un barreño de agua… y aparece el mar infinito. Igual que los sueños checos. ¿Quién, viendo la pared desconchada y el marco gastado, no reconocería allí el barreño de Josef Sudek? Y desde entonces, ¿quién no vería en el barreño y el vaso de Sudek el mismo mar de Pavel Čech?

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