Partida


 

que ligero es el cielo
el taller ya está oscuro

He trabajado todo el día en la contabilidad de fin de año. ¡Cuántos hermosos viajes evoca el aroma de magdalena de las facturas de hotel! Las guardo en bolsas herméticas para que, en mi vejez, me proporcionen la fragancia de Sicilia y de Georgia. Son las dos de la madrugada, el tablero de la mesa está despejado. Bebo té fuerte de Yunnan. Dentro de dos horas salgo hacia Roma y, desde allí, más lejos. Solo en los años de gracia los caminos van en dos direcciones; en otros años simplemente te arrastran, como los ríos. Dejo el año atrás


Wu Zhen (1280–1354) no tuvo fama particular ni éxito en vida. Solo después de los años del dominio mongol, durante la era Ming, fue descubierto por los pintores y elevado a la categoría de uno de los Cuatro Maestros a seguir. Nunca obtuvo un cargo; llevó vida de ermitaño, retirado en su pequeña finca. Pintó montañas y ríos, y la pequeña figura, casi de caricatura, que aparece una y otra vez en sus cuadros es un pescador solitario (que, por supuesto, no es tan simple como podría parecer: el viejo pescador tenía en la tradición taoísta una connotación de crítica social). Y en el espacio vacío tan característico de la pintura china escribió sus propios poemas.

红叶村西夕照余,
黄芦滩畔月痕初。
轻拨棹,且归与,
挂起渔竿不钓鱼 

Hóngyè cūnxī xìzhào yú
huáng lú tān pàn yuè hén chū.
Qīng bō zhào, qiě guī yǔ
guàqǐ yúgān bù diàoyú.

hojas rojas que brillan con la última luz
sombra de juncos dorados bajo la luna temprana
coge el remo, es hora de partir
guarda la caña, ya no pesca más

Un gran espacio vacío que debe ser colmado por la imaginación del espectador era ya una convención en la era Yuan. Wu Zhen juega de manera delicada con esta convención. No sitúa su figura en el centro del espacio, como sería habitual, sino abajo, en la parte inferior del cuadro, de modo que todo el vasto espacio invisible queda por encima de él. Solo queda un pequeño espacio a la vista delante de la figura pero, debido a la convención sabemos que abajo se abre una amplitud igualmente grande. No la vemos pero sabemos con certeza que está ahí, del mismo modo que la figura lo sabe y se confía a ella al ponerse en camino. En la luz incierta.


Add comment