Assa (1987), directed by Sergei Soloviev, was as much a cult film of the Soviet change of regime as Hair was of an earlier change in the West. The theme songs of the movie – just like Aquarius in Hair – all became “anthems” of the change, but mainly the two that I presented some fifteen years ago here on the blog with the title There is a city: Перемен! – “Change!” and Город золотой – “The Golden City”. Assa (1987), dirigida por Serguéi Soloviov, fue para el cambio de régimen soviético lo que Hair fue para un cambio anterior en Occidente. Las canciones principales de la película —igual que Aquarius en Hair— se convirtieron todas en «himnos» del cambio, pero sobre todo dos de ellas, que presenté hace unos quince años aquí en el blog bajo el título There is a city: Перемен! – “¡Cambio!” y Город золотой – “La ciudad dorada”.
Al oeste de la Unión Soviética, Assa permaneció en gran parte desconocida, y con ella también sus canciones principales. Pero siguen siendo populares en el ámbito de la lengua rusa. De ello da testimonio el hecho de que el coro femenino udmurto Buranovskie Babushki obtuviera el tercer puesto en la preselección rusa de Eurovisión 2010 con la versión udmurta de The Golden City, junto con la versión udmurta de Yesterday de los Beatles, como informé en aquel momento. Y que esto sigue siendo así lo he comprobado de nuevo en los últimos días.
En Netflix se emite una historia de espías estadounidense titulada In From the Cold. En ella, espías rusos formados en los años noventa por las organizaciones sucesoras de la KGB, pero inactivos durante veinte años, son reactivados —en Madrid—. Los dos espías, que ahora trabajan para bandos opuestos (los estadounidenses frente a la extrema derecha española y, en última instancia, los rusos), habían mantenido una relación amorosa en aquel tiempo. En una de las escenas clave de la película, antes del enfrentamiento final, se recuerda aquello durante una cena justamente con The Golden City como música de fondo.
De hecho, esta música no es tan de fondo. Actúa como un personaje independiente. Los otros personajes reflexionan sobre ella diciendo que era la canción de una época hermosa pero irremediablemente ida.
Las referencias rusas de la película, por cierto, son tan estereotipadas como en la mayoría de las demás películas estadounidenses. Presentan la imagen que el espectador medio estadounidense cree conocer y desea ver para confirmar su prejuicios: las figuras son guiñolescas: el oficial ruso de la KGB se parece a a un vampiro, la típica mujer rusa bisexual promociona su carrera con su cuerpo, el mafioso ruso sin escrúpulos, el científico ruso condenado a muerte en su país por su maravilloso invento. Ese público no ha visto Assa, ni sabe qué significa The Golden City. ¿Para quién suena, entonces, esta canción? ¿Quizás el «experto en Rusia» del equipo de la película —porque debía de haber al menos uno, para poder recrear el mundo material de Moscú en los años noventa— se está asomando aquí con esta canción de su juventud, como un mensaje en una botella lanzado al vacío, sin esperanza alguna de ser comprendido, tan solo para sí mismo?




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