Las trompetas de cristal del día de Reyes

Como cada año, los tres Magos rinden hoy, el día de su fiesta, sus respetos a este blog. Esta vez, nos saludan desde Mallorca, donde desembarcó anoche su elegante carabela para, enseguida, con sus camellos ricamente cargados y su suntuoso séquito, recorrer el casco antiguo de Palma repartiendo bendiciones y regalos, exactamente por la misma la ruta que dentro de dos semanas verá el correfoc de los demonios con sus antorchas, cohetes y carros de fuego.

Hoy en día, la procesión de los Magos va acompañada de una banda de metales y tambores que inunda las calles con la fanfarria que merece la animada procesión. En el siglo XIX, sin embargo, el caótico trasfondo musical lo proporcionaba la propia gente de la calle, y sus instrumentos típicos eran cuernos y caracolas... y trompetas de vidrio. El etnomusicólogo mallorquín Amadeu Corbera Jaume dedicó recientemente un estudio específico a este último instrumento. En él contó cómo estas trompas las hacían los artesanos de la fábrica de vidrio del barrio de Santa Catalina de Palma por diversión, sacando tiempo entre sus otros trabajos.

«Y subía de punto nuestro alborozo cuando un concierto infernal de gritos y chillidos de la muchedumbre, mezclados con el estridente son de las apocalípticas trompetas de vidrio, y el bronco sonido de los caracoles de mar, que anunciaban a los Reyes, invadía nuestra calle.
"¡Estos son los Santos Reyes!", decíamos. Y otra vez al balcón, a devorar con la vista el tumulto que formaban chicos y grandullones con sogas encendidas en la mano, en medio del cual se destacaba la grotesca figura de un ganapán con la cara embadurnada, metido en una sucia y andrajosa vestimenta, con un turbante a guisa de corona, hecho con una cuerda de dos pañuelos de diferente color, y montado sobre una escalera tendida, que sostenían en el hombro media dozena [sic] de majagranzas, congestionados de tanto vociferar.» (Miquel Binimelis, «La venida de los Santos Reyes». La Tradición. Periódico católico monárquico, 9 de enero de 1897, p. 4). 

Las trompetas de vidrio eran tocadas en su mayor parte por jóvenes alborotadores, directamente en las caras de los transeúntes, y también los atosigaban de otras maneras. La procesión de los Magos en Palma era una ocasión ritual más o menos tolerada para el desorden e incluso cierta violencia callejera, como los desfiles de aficionados de hoy antes y después de los partidos de fútbol

«Con la mayor indignación tomamos hoy la pluma para denunciar ciertos hechos cometidos anteyaer noche por cuadrillas de muchachos que sin ninguna clase de consideraciones recorrían las principales calles de esta ciudad, provistos de trompetas de vidrio, bocinas y otros varios instrumentos de disonantes acordes; ostentando en sus manos, flamígeras antorchas de esparto, (rets) y repartiendo a diestro y siniestro chispas con notable detrimiento [sic] de los pobres transeúntes, que veían amenazados contínuamente sus cuerpos y vestidos.» Diario de Palma (7 enero, 1863, p. 7)

Sin embargo, los objetos tradicionales de la violencia no eran ciudadanos al azar, sino sobre todo ciertos grupos convertidos en objetivo bien establecido. Los moros habían desaparecido hacía mucho tiempo, pero los judíos seguían allí. Es cierto que los descendientes de los judíos mallorquines, los xuetes, ya se habían convertido al cristianismo en 1391, como escribí. Pero una vez judío, para siempre judío.

«Jo record encara que, pels Reis, els al·lots de 'fora carrer' es passejaven per Ciutat, sonant trompes de vidre. Això era una reminiscència de les salvatjades que es feien cada any, per aquella festa, a l’Argenteria, rompent els vidres dels mostradors i fent malbé els mobles de les botigues. Això, sortosament, va acabar en temps del batle Rubert, degut a les gestions d’una comissió d’argenters presidida pel senyor Felicindo, home gran i gros com un sant Pau, que jo encara he conegut.» (Miquel Forteza, Els descendents dels jueus conversos de Mallorca: quatre mots de la veritat. Palma, Nova Editorial Moll, 2016 [1972].p. 26)

[Yo aún recuerdo que por Reyes, los chicos de 'fora carrer' (los que no vivían en las calles propias de los xuetes) se paseaban por Palma tocando trompetas de cristal. Era una reminiscencia de las salvajadas que se hacían cada año, por aquella fiesta, en la Platería (calle de los xuetes por antonomasia), rompiendo las lunas de los escaparates y estropeando los muebles de las tiendas. Esto afortunadamente terminó en tiempos del alcalde Rubert gracias a las gestiones de una comisión de plateros presidida por el señor Felicindo, hombre grande y grueso como un san Pablo, a quien aún conocí.]

No nos extrañe que en Palma las familias de «cristianos viejos» y las familias xuetes no se mezclaran entre sí, por muy devotamente católicos que fueran estos últimos. Tanto es así que incluso hoy el rabinato de Israel reconoce a los xuetes como judíos de sangre pura, que solo necesitan regresar a la fe judía para ser readmitidos en el Pueblo. Y en el vestíbulo de la iglesia de Santa Eulàlia, en el portal que da al carrer d'Argenteria, todavía hay una placa de mármol con los nombres de las familias xuetes «que vienen aquí a misa», ya que, tradicionalmente, ningún otro católico local ponía jamás un pie allí.

trumpet2trumpet2trumpet2trumpet2trumpet2trumpet2trumpet2trumpet2trumpet2trumpet2

Pero los tiempos cambian, y con ellos las formas y los medios de hacer ruido. La trompeta de vidrio como instrumento de los pobres ha desaparecido de Mallorca, del mismo modo que creo que no se conserva en ninguna parte ni uno solo de los matasuegras y trompetas de papel de las nocheviejas de mi infancia. Era un objeto tan común y barato que nadie guardó nunca ninguna. Donde sí sobrevivió, escribe Amadeu Corbera Jaume, es en el Museo de Instrumentos Musicales de Bruselas. El museo, situado en el edificio de estilo Art Nouveau de los antiguos grandes almacenes Old England, en el distrito de museos de Bruselas, fue desarrollado por su primer conservador, Victor-Charles Mahillon, hasta convertirlo, a finales del siglo XIX, en una de las mayores colecciones de instrumentos musicales del mundo. Se carteaba con coleccionistas de música popular de todo el planeta, entre ellos con el mallorquín Antoni Noguera i Balaguer (1869-1904), quien le envió tres trompetas de vidrio junto con otros varios instrumentos populares mallorquines. Todavía se hallan en la colección del museo y figuran con el número 1316 en el catálogo de Mahillon

Cuando llegué a este punto de la lectura del artículo de Amadeu Corbera, me levanté y caminé hasta el Museo de Instrumentos Musicales, no lejos de mi casa, para ver con mis propios ojos y captar con mi propio objetivo los famosos artilugios ruidosos. Pero no tuve suerte. Solo una fracción de los casi cuatro mil instrumentos musicales recogidos por Mahillon está expuesta, y no incluye las trompetas de vidrio.

Con todo, no es inútil visitar los tres pisos del Museo de Instrumentos Musicales. Se pueden ver piezas maravillosas de todo el mundo. Y, como el desierto del Principito, la colección también es hermosa porque incluye tres trompetas de vidrio mallorquinas en uno de sus almacenes. Tres piezas cuya historia es casi más interesante e importante que las piezas mismas.

trumpet1trumpet1trumpet1trumpet1trumpet1trumpet1trumpet1trumpet1trumpet1trumpet1trumpet1trumpet1trumpet1


Add comment