¡Viva el Primero de Mayo, la fiesta de san José Obrero!

Ortigia, la península al lado del puerto del casco antiguo de Siracusa —como lo evidencian sus patios estrechos y los edificios de pequeñas viviendas—, seguía siendo un barrio obrero a finales del siglo XIX. En una esquina encontramos esta imagen:


En la hornacina, san José sostiene de la mano a su hijo adoptivo Jesús. Debajo de la hornacina leemos la siguiente inscripción:


«A te, o Beato Giuseppe, stretti dalle tribulazioni, ricorriamo, e fiduciosi invochiamo il tuo patrocinio. Invocazione di PP Leone XIII.» —«A ti, oh bienaventurado José, oprimidos por las tribulaciones, acudimos, y confiados invocamos tu patrocinio. Invocación del papa León XIII.»
 
Para abreviar una larga historia, León XIII (1878–1903) fue el primer papa, a finales del siglo XIX, que afrontó seriamente un mundo cambiante, incluida la posición vulnerable de los trabajadores en las nuevas relaciones laborales capitalistas. Con este fin, escribió en 1891 su encíclica Rerum novarum («En medio de cambios revolucionarios…»), subtitulada «Sobre la condición de los obreros», en la que afirma, entre otras cosas, que todo trabajador tiene derecho a un trabajo que le otorgue dignidad, que le permita mantenerse a sí mismo y a su familia y que también a que se le dé tiempo libre para formarse. Y que es deber del empleador garantizarlo. Este fue el comienzo de la serie de pronunciamientos sociales de la Iglesia católica. Lo mismo subrayó hoy el papa Francisco, en la misa de la festividad:

«Hoy, en la fiesta de san José Obrero y en el día dedicado a los trabajadores, oremos por todos los trabajadores, para que nadie se quede sin trabajo y todos reciban un salario justo. Que se beneficien de la dignidad del trabajo y de la belleza del descanso.»

León XIII nombró a san José patrono de la justicia social, cuya vida, hasta donde sabemos, transcurrió sosteniendo a su familia con su trabajo cotidiano de carpintero y criando a su hijo, que además resultaba no ser ni siquiera suyo. José fue durante mucho tiempo un personaje descuidado en la tradición cristiana. En las imágenes del nacimiento de Jesús aparece como un espectador pensativo, mientras que en las de la Huida a Egipto figura guiando el asno. No fue hasta la Baja Edad Media, con el lento ascenso y la creciente visibilidad de la burguesía trabajadora, cuando se volvió visible, como en el Tríptico de Mérode de Robert Campin (1425–1428). Además de la escena principal, la Anunciación, aparece también como fabricante de ratoneras en su taller (sobre cuyo sentido simbólico he recordado aquí).



Así, desde el siglo XVIII en adelante, pudo ser considerado digno de dar su nombre a los gobernantes.

La festividad tradicional de san José es el 19 de marzo. Sin embargo, León XIII lo consideró tan importante como representante de la clase trabajadora que declaró como su segunda festividad el día más mundano: el miércoles de la segunda semana después de Pascua. Y en 1955 el papa Pío XII fijó esta fiesta móvil en el 1 de mayo, declarando así que el Día Internacional de los Trabajadores era una festividad importante no solo para socialistas y comunistas, sino también para los cristianos.

Y, en efecto, hoy, cuando miles pierden su empleo y miles más lo perderán, y quien aún no ha sido formalmente despedido también ve como meta principal la mera supervivencia, ¿quién se atreve a sostener que «todo trabajador tiene derecho a un empleo que le otorgue dignidad, que le permita mantenerse a sí mismo y a su familia y que también les dé tiempo libre para formarse»?


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